Frase de la semana

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miércoles, 9 de enero de 2013

Dirty Sexy Alley Scene - 04 Contenido extra COLS


Dirty Sexy Alley Scene -de Ciudad de los Ángeles Caídos desde el punto de vista de Jace.

Jace nunca olvidará la mirada sobre la cara de Clary después de decirlo. Choque al principio, palideciendo hasta el dolor. Él la ha lastimado antes. Nunca porque quisiera, aunque ha arremetido contra ella en su propia ceguera -como el momento en que ella entró y lo vio besando a Aline y él le dijo todo lo horrible que podía pensar, como si las palabras mismas pudieran tener el poder de hacerla desaparecer , para enviarla de vuelta a donde estaba a salvo. Él siempre se ha preocupado más por su seguridad que cualquier otra cosa. Si no lo hiciera, nada de esto estaría sucediendo. Jace se pregunta si ella puede ver el terror en sus ojos, los fragmentos de todas esas docenas de sueños en los que la apuñaló y estranguló o ahogo y miró abajo a sus manos después, mojadas con su sangre. Ella retrocede un paso. Hay algo en su rostro, pero no es miedo. Es infinitamente peor. Ella gira, casi tropezando en su prisa por huir, y se precipita fuera del club. Por un momento él se pone de pie y se queda mirando detrás de ella. Una 
parte de su mente le grita: Esto es exactamente lo que él quería. Ahuyentarla. Para mantenerla a salvo, lejos de él. Pero el resto de su mente está observando el portazo detrás de ella y viendo la ruina final de todos sus sueños. Una cosa era para empujar las cosas a este punto. Otra cosa es dejarlo ir para siempre. Porque él conoce a Clary, y si ella se va ahora, ella nunca va a volver. Vuelve. De alguna manera él está fuera del club. La lluvia cae a cántaros, como un tiroteo. Él lo ve todo de una sola vez, del modo en que siempre lo ha hecho, la manera en que fue entrenado para hacerlo. La furgoneta blanca en la banqueta, la inclinación de la calle como se curva hacia Greenpoint, la oscura boca de un callejón detrás del bar, y Clary en la esquina, a punto de cruzar la calle y salir de su vida para siempre. Ella da un tirón a su brazo cuando él llega alcanzarla, pero cuando él pone su mano contra su espalda, ella le permite guiarla hacia el callejón. Su mano se desliza a través de su espalda a su brazo mientras ella gira para enfrentarlo -y él puede ver todo a su alrededor una vez más: la pared de ladrillo mojado detrás de ellos, las ventanas enrejadas, los equipos musicales desechados empapándose en los charcos de agua de lluvia. Y Clary está levantando su cara, pequeña y pálida, su rímel corre en rayas brillantes bajo los ojos. Su cabello se ve oscuro, pegado a la cabeza. 

Ella se siente frágil y peligrosa en sus manos, un explosivo de cristal. Ella sacude su brazo lejos del suyo. 

"Si estás pensando en pedir disculpas, no te molestes. No quiero oírlo." Él trata de protestar, para decirle que sólo quería ayudar a Simon, pero ella está negando con la cabeza, sus palabras punzantes como misiles. 

"¿Y no podías decirme?¿No podías mandarme un mensaje de texto de una sola línea haciéndome saber dónde estabas? Oh, espera. No podías, porque todavía tienes mi maldito teléfono. Dámelo."

Él extiende la mano para entregarle el teléfono, pero ella es apenas consciente de sus movimientos. Él quiere decir: no, no, no, yo no podía decirte. Yo no te puedo decir. No puedo decirte que tengo miedo de hacerte daño, aunque no quiero. No puedo decirte que tengo miedo de convertirme en mi padre. Tu fe en mí es la mejor cosa en mi vida y no puedo soportar la idea de destruirla. En cambio, él deja escapar otras palabras. 

"Perdóname-" Su cara se pone blanca, su lápiz de labios marcadamente brillante contra su piel. 

"Yo ni siquiera sé qué piensas que se supone que yo debo perdonarte. ¿Que ya no me amas más? " Ella se aleja de él y tropieza ciegamente, y él no puede detenerse: él la alcanza. Ella es delicada y está tiritando en sus brazos y ambos están empapados y él no puede detenerse. Su boca está en parte abierta, y él trae sus propios labios hacia abajo contra la de ella, saboreando lápiz labial y dulce jengibre y Clary. Te amo. Él no puede decirlo, así que él trata de decirle con la presión de sus labios y su cuerpo y sus manos. Te amo, Te amo. Sus manos están alrededor de su cintura, levantándola, y él lo había olvidado: que ella no es frágil, ella es fuerte. Sus dedos están excavando en sus hombros, su boca feroz contra la suya, y su corazón late con fuerza como si estuviera tratando de liberarse de su cuerpo mientras él la pone abajo sobre un altavoz roto. Detente, su mente le está diciendo. Detente, detente, detente. Él obliga a sus manos a alejarse de ella y las coloca en la pared, a ambos lados de la cabeza de ella. Sólo que trae más cerca su cuerpo al de ella, y eso es un error.

 Él puede ver el pulso golpeando en su garganta, su lápiz labial se ha ido, y él no puede apartar la mirada de los claveles de color rosa de su boca, enrojecida por besarse, mientras ella respira, 

"¿Por qué no puedes hablar conmigo? ¿Por qué no puedes mirarme?" Su corazón late con fuerza, como si quisiera salir de su cuerpo y establecer su residencia independiente en otro lugar. "Porque Te amo." Es la verdad, y una verdad inadecuada para el caso, pero él la siente golpear a través de él con la fuerza de una mentira. Su rostro se ablanda, sus ojos se amplían. Sus manos están contra él, pequeñas y delicadas y cuidadosas, y él se inclina hacia ella, respirando el perfume de ella bajo el aroma del agua de lluvia. 

"No me importa", él se oye a sí mismo decir. "Estoy harto de tratar de fingir que puedo vivir sin ti. ¿No lo entiendes? ¿No puedes ver que me está matando? " Él está ahogándose, y ya es demasiado tarde. Él llega a ella como un adicto sin remedio alcanzando la droga que ha jurado no tocar de nuevo, después de haber decidido que es mejor quemarse en un último incendio que vivir para siempre sin ella. Y el mundo gris arde a su alrededor con colores a medida que se unen, los cuerpos golpeando violentamente contra la pared detrás de ellos. El agua mojando su vestido se ha hecho tan resbaladizo bajo sus dedos como aceite de motor. 

Él la atrapa y tira de ella, el deseo de remodelar sus cuerpos con cada toque. La respiración de ella es irregular en sus oídos, sus párpados entrecerrados y revoloteando. Él está en contacto con su piel en todas partes que puede: su cuello, su nuca, sus clavículas, duras bajo sus dedos, sus brazos, lisos y resbaladizos. Sus manos están en él, también, no más tímidas que las suyas, y cada toque parece quemar la lluvia y el frío.

Ella está agarrando sus hombros cuando levanta sus piernas y las envuelve alrededor de su cintura, y él hace un ruido que ni siquiera sabía que podía hacer. Es demasiado tarde para volver atrás ahora. Sus manos se aprietan involuntariamente, y él siente arrancar el tejido de las medias bajo sus dedos, y él está en contacto con su piel desnuda. Y sus besos saben a lluvia. Y si él no estaba cayendo antes, él está cayendo ahora. 

Él piensa en la caída, en los ángeles que caen para siempre en el fuego, y en Ícaro, quien voló cerca del sol. Había pensado en la agonía de la Caída, el terror de eso, pero nunca que podría ser algo feliz. Lucifer no quiso caer, pero no había querido servir. Cuando Jace junta a Clary contra él, más cerca de lo que jamás pensó que ellos podrían estar, se pregunta si es sólo en el acto de caer que uno puede ser verdaderamente libre.


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Ally Carter