A Lizzie le cuesta mantener la boca cerrada. Y no es que sea una cotilla: simplemente le gusta hablar de su vida con todo el mundo, contarle sus cosas al primero que pasa, y nunca se da cuenta de que está metiendo la pata hasta que es demasiado tarde… ¿Indiscreta? ¿Ingenua? ¿Despistada? No, simplemente es una charlatana impenitente, una mete-patas casi profesional
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